miércoles, 3 de julio de 2013

La sociedad industrial


    
    También se le conoce como sociedad avanzada, compleja, de masas o tecnológica. Aquí se opta por el término industrial con el propósito de diferenciar un nivel de desarrollo (más o menos común al conjunto de la sociedad actual), frente a otro que ya muestra sus tendencias en las sociedades más adelantadas. 
     Los principales factores que conforman su estructura económica se refieren a la relación entre la naturaleza y la técnica, la relación de la técnica y la producción, la productividad elevada y las necesidades de consumo. 
    En la sociedad industrial la naturaleza adquiere una relación especial con la técnica buscando un equilibrio, haciendo uso de máquinas, de tecnologías complejas, de conocimientos, con una tendencia de transformación. 
     La técnica se pone al servicio de la producción. La economía de la sociedad industrial se basa en una búsqueda permanente de mecanismos para producir más con el menor esfuerzo humano y con el uso extensivo de maquinaria altamente desarrollada. La relación económica de la sociedad más allá de sus fronteras le obliga a competir con la tecnología avanzada. 
¿Cuáles son las consecuencias de una alta división del trabajo? 
     A diferencia de la sociedad tradicional, la industrial no posee una economía de subsistencia. Por el contrario, tiene una economía con capacidad de exportar los productos que produce. Además, la sociedad industrial demanda una elevada productividad, la cual no se alcanza sólo con una buena y variada tecnología. 
     Por otra parte, la marcada división del trabajo ha contribuido a que en la sociedad industrial se dé un divorcio entre el productor y el consumidor, anulando casi por completo la posibilidad de que se consuma lo que uno mismo produce. Esto es aún más difícil debido al incremento en las necesidades de consumo, fenómeno que sirve como motor de crecimiento económico y que incrementa la creatividad y la competencia. 
    La organización social en la sociedad industrial se caracteriza por su complejidad, por la influencia de la producción, por la búsqueda del esta tus adquirido y por la profesionalización. 
Uno de los principales rasgos de la sociedad industrial es su complejidad. Ésta aumenta en función del número de miembros debido a la cantidad y variedad de sistemas de liderazgo, a la variedad de interacciones sociales, a las numerosas organizaciones y grupos, y a la multiplicidad de roles. 
       Los diversos roles que asume una misma persona hacen compleja la organización social. Un mismo individuo puede jugar el rol de padre de familia, de médico, de sindicalista, de miembro de un grupo religioso, de integrante de un equipo deportivo, de político, de artista, etc. Así, la organización social se conforma con numerosos grupos que interactúan de muchas maneras, conjugando intereses y roles individuales y logrando una complejidad social que únicamente es posible en la sociedad tecnológica. 
     Otro eje fundamental de la sociedad industrial es la producción, sus condiciones y sus consecuencias. Cada individuo es un productor y un gran consumidor. La vida gira en torno a la ocupación, el trabajo, la producción. No se puede imaginar a la sociedad industrial sin la fuerte presencia del mundo del trabajo y la multitud de redes y relaciones sociales que genera. 
      El estatus adquirido es el que una persona obtiene gracias a su desempeño, a su propia actividad, y sirve de impulso a la superación y al cambio de roles sociales, es una posición que se puede mejorar, según las condiciones del individuo. 
      En la sociedad tradicional predomina el estatus asignado o heredado. Para ubicar a una persona se pregunta sobre sus padres o su familia, a diferencia de la sociedad tecnológica, donde se pregunta por la ocupación laboral de la persona o por su nivel de estudios. 
        La profesionalización es uno más de los elementos que caracterizan a la sociedad industrial. En ésta el mundo ocupacional es demasiado amplio y diversificado; existen miles de ocupaciones que se derivan de una permanente división de tareas. 
     Toda la sociedad se ve cruzada por esa enorme división del trabajo, sin que haya excepciones.  Por ejemplo, en la fabricación de un automóvil no interviene un solo oficio ni una sola persona, son cientos de trabajadores con tareas distintas: soldadores, mecánicos, pintores, torneros, cargadores, dibujantes, ingenieros, etcétera. Es decir, la marcada división del trabajo ha contribuido a que ésta sea cada vez más especializada, con lo cual el productor directo pierde el control sobre el proceso de producción en su totalidad. 
        A pesar de la gran diversidad y amplitud, prevalece un orden jerárquico de las ocupaciones; un orden acordado que opera en todas las actividades productivas. Siguiendo el ejemplo anterior, a pesar de la gran cantidad de trabajadores y puestos, existen jerarquías o líneas de mando de manera muy definida, que permiten el trabajo conjunto. Pueden ir del jefe de departamento al maestro mecánico y su ayudante, o del director general y los gerentes hasta el jefe de mantenimiento. 
        La mentalidad en la sociedad industrial es compleja, son varios los aspectos que la integran, entre los que se encuentran el interés por la ciencia y la búsqueda del progreso, el alto valor que se le otorga. a la educación, la proliferación de ideas, la competencia, la productividad, la búsqueda del bienestar y de un mejor estatus.

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